Hace unos años leí la novela de La carta esférica, de Arturo Pérez-Reverte. Es una novela ambientada en la búsqueda de un tesoro en un barco hundido (¿cómo resistirme a tal argumento?) y aunque confieso que la lectura se me hizo algo tediosa por la forma de escribir del autor, debo reconocer que la trama no fue la que yo me esperaba y que realmente me deleité con cada detalle náutico, tanto encima como debajo el agua.
Pero sin duda, algo que realmente me marcó fue una cita que explica el protagonista, Coy, en referencia a Tánger, la belleza de piel salpicada por unas inconfundibles pecas.
Yo, al ser una chica también pecosa, reconozco que la cita me atrapó. Por completo.
- ¿Qué buscas de ella?
- Quiero contarle las pecas, Piloto. ¿Te has fijado? Tiene miles, y quiero contárselas todas, una a una, recorriéndola con el dedo como si se tratara de una carta náutica. Quiero trazar rumbos de cabo a cabo, fondear en las ensenadas, barajarle la piel…¿comprendes?
Como os decía. Por completo.
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